miércoles, 27 de mayo de 2009

Feria

Con Dany Barreto, María Carolina Baulo, Valeria Crucci. La semana de feria paso mucho tiempo ahí adentro, es bastante obsesionante y abarcador. Con tantos encuentros no puede sino ser bueno.

La calma previa, día de inauguración.

Me gustó mostrar esa foto con la que siento especial afinidad.

Proyecciones, sombras musculadas. La feria de este año sí que fue rara! YA tengo ganas de volver al taller.

domingo, 17 de mayo de 2009

ArteBA 09

Llega ArteBA, inexorable como los cumpleaños. Estaré con pinturas (sic) y fotografía. Imágenes de mis márgenes, la continuidad de personajes musculados tatuados con tramas de neumáticos. Voy con 1/1.


"El porfiado"; acrílico s/ madera, 65 x 45 cm., 2008.


"El peso de la situación"; acrílico s/ madera, 130 x 100 cm., 2009.

"Arte originario" en el Museo de Bellas Artes

Fui a ver "Arte originario, diversidad y memoria", que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina.
En muchos casos es conflictivo exteriorizar las impresiones que me causa el arte que frecuento; pero creo válido hacerlo en éste, por tratarse de un campo, el de las exposiciones de arte precolombino, que difícilmente consiga en nuestro país una crítica más allá de la gacetilla forzada o el "qué maravilla" de rigor.
La muestra está instalada en el pabellón de atrás del museo, y ya desde la rampa de acceso imágenes sobre la pared introducen a una iconografía, trayendo a la memoria aquella muestra, "Los señores del jaguar", que el mismo Pérez Gollán, curador de esta muestra, realizara cuando dirigía el Museo Etnográfico de BsAs.
En la sala encontramos obras, casi todas bien conocidas, pertenecientes a las colecciones de la Cancillería (Hirsch), del MNBA (Di Tella) y del Museo de La Plata. Hay piezas fantásticas, que siempre es un placer volver a ver, como el supremo Onanista y los soberbios discos de metal. Todas pertenecen al área del noroeste argentino. Y abarcan desde el Período Inicial hasta el Medio, mientras que del Tardío sólo tenemos metales. Esto señala una preferencia del curador, sin duda, ya que repite el foco puesto ya en otras muestras sobre el mismo nudo del desarrollo del arte precolombino regional. Y es ésta la visión de Pérez Gollán, que privilegia determinado recorrido artístico al servicio de una lectura didacticista: "En este contexto simbólico, la representación del poder no está ausente y probablemente nos habla desde el arte del desarrollo y afianzamiento de las desigualdades sociales herediatarias". Siguiendo la lectura propuesta, luego los jefes indígenas establecerían rutas de comercio, basando la aceptación de sus liderazgos en un complejo mítico - teocrático desarrollado especialmente a través de la ingesta de plantas alucinógenas. Pero este complejo artístico / visionario sólo existiría para validar las desigualdades sociales y el establecimiento por parte de los líderes de estas sociedades de suerte de proto - carteles asentados sobre la credulidad de los súbditos y los sacrificios humanos. Esta visión, vertebrada por una aproximación ideológica, es la que campea actualmente en el área de la arqueología con una unívoca aceptación. Y la que sustenta casi todo intento de exposición de arte precolombino en este país. Sin cuestionar la validez de tal lectura, obviamente atendible, me permito fantasear con muestras que no sean curadas por arqueólogos, (aquí habrá que apelar a la audacia de los directores de museos), que aporten lecturas distintas. Me atrevo a pensar alguna quizá más cercana a lo fantástico / visionario, que enfatice la retórica de un arte que queda aquí supeditado al propio y por fortuna contundente discurso de las piezas.
Las obras, montadas sobre bases dentro de bases de acrílico, están muy bien exhibidas; en la sala hay un negro más bien uniforme y los objetos se iluminan puntualmente, con suficiente distancia entre ellos. Columnas también negras sugieren espacios, y hay un buen uso de una pared verde irrumpiendo en el espacio principal. Perturba bastante una voz que discursea monocorde desde un parlante, entorpeciendo el panorama desde el descanso que promete un asiento bien ubicado para contemplar el conjunto de la muestra. Y definitivamente no entendí el uso de dibujos de Guamán Poma de Ayala en ploteos sobre las paredes, contaminando con su presencia colonial el ambiente minimalista eficazmente creado, eficaz para el disfrute del ensoñamiento al que conducen las piezas precolombinas. Esta contextualización es un craso atentado contra la posibilidad de acceso a un estado perceptivo más en consonancia con el de las obras que se exhiben.
En una segunda parte de la sala aparecen cuadros, uno de cada uno de ellos, de Torres García, Puente y Paternosto, artistas explícitamente influídos por este arte. La resolución del montaje de estas obras en el contexto de la muestra es bastante difícil, por decir poco, y pese a la pertinencia terminan por hacer cuestionable su inclusión.
Recomiendo vivamente verla. Hay obras fantásticas, aunque podríamos disentir desde el mérito artístico en la elección de ciertas piezas (por ej., existen muchas pipas y tabletas alucinógenas más destacables en este orden que las exhibidas aquí). Tomar contacto con estas creaciones geniales es una experiencia renovadamente bienvenida, tanto para los que ya las conocen como para quienes las ven por primera vez.
Y, pese a las diferencias de criterio ya esbozadas, debemos felicitar al Museo y a Pérez Gollán, que mediante esta muestra termina de asentar una impronta personal en las exhibiciones (y podríamos decir ediciones, también) de arte precolombino en el país.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Lenguaje visual / El replicante

La revista El Replicante de México publicó en su nuevo número (el 19) un artículo que escribí acerca del Lenguaje visual de altares populares argentinos, con fotos de Dany Barreto. La revista está muy buena, y tiene ediciones en papel y digital también.
Naturalmente el tema daba para extenderme muchísimo, lo difícil fue editar y dar un panorama sucinto para un público no familiarizado con los íconos locales.



Lenguaje visual de altares populares argentinos

Como mala hierba la religiosidad popular brota donde no es bienvenida, en el seno mismo de un país que produjo y exportó psicoanálisis como uno de sus commodities principales. Y provoca un lenguaje dirigido a que los sentidos codifiquen una serie de datos estéticos destinados, en primera instancia, a establecer comunicación con un ente espiritual, que puede ser cifrado o abierto, y en muchos casos conceptualiza una épica biográfica tanto como ideas abstractas.
Los altares embanderados de rojo implican voluntad de victoria, contundencia fragmentaria. Acaso herencia de tiempos del dictador Juan Manuel de Rosas (1836 - 1852), quien forzó a la población a acatar la "divisa punzó", una rústica cinta de tela roja que debía lucir toda la población a modo de escarapela. El país quedó por entonces dividido en dos facciones que disputaron el poder y lucían símbolos rojos y celestes respectivamente. Estos colores sobreviven en el culto a gauchos fallecidos en circunstancias especiales, y éstos son honrados siguiendo los colores partidarios a los que adscribieron en vida . Pero, curiosamente, los cultos a gauchos identificados con el celeste languidecen. Pierden fervor e incluso son reconvertidos al rojo. Hasta el popularísimo Gauchito Gil parece haber sido víctima de este cambio de divisa post-mortem, ya que las más potables biografías acerca de Gil sugieren su simpatía por los celestes.
Nuestro amigo Farris Thompson plantea en torno a la tradición del uso de enseñas rojas, y del rojo en general en lo que atañe a los cultos populares, una matriz conga; a esa etnia pertenecían la mayoría de los esclavos llegados a Argentina, que en un momento representaron el 30% de la población del país; el rojo transmitía ideas claves en su cultura. Aunque también hay que observar la tradición italiana, importantísima corriente inmigratoria en el país, quienes en zonas rurales pintan las puertas de sus hogares de rojo como recaudo contra el "mal de ojo".
En Empedrado, pueblo del litoral argentino, una baliza de automóvil de forma triangular protege con rojo brillo la puerta de una construcción precaria dedicada al Gauchito Gil. Advierte de peligro, explícitamente llama la atención acerca de la potencia de la entidad allí conjurada, evocando estéticas de talismanes dotados de espejos que rechazan a los intrusos y advierten, severos, al modo de los utilizados en el vudú haitiano. Es el reflejo del espíritu, destello que activa una épica diferencial. Los espejos retrovisores de automóviles particulares, taxis y ómnibus suelen también alojar altares con rosarios y cintas: roja contra la envidia, o blanca, roja y verde para simbolizar a San Jorge, patrono de los transportes.
Otro personaje del siglo XIX, la Difunta Correa, que debió fugar a través del desierto con su hijo a cuestas, exhibe características visuales peculiares. Sus adoratorios se hallan a la vera de muchas rutas. En ellos se desarrolla y resuelve en tiempo mítico el drama que constituye la tripa de su historia. Además de las ofrendas de botellas de agua, elementos para bebés y patentes y neumáticos de automóviles, podemos encontrar a veces objetos únicos como una servilleta de papel impresa expresamente para servir en un cumpleaños infantil que hallamos en un altar de Tucumán que exhibía a Mickey y a Minnie (niños) viajando en auto (un medio de transporte) bajo palmeras (presencia de agua y sombra).
El culto a San La Muerte, tradición de raíz jesuítico - guaraní, vertebra en figuras de adoración estéticas que van desde lo figurativo tradicional, que consiste en tallas de esqueletos, hasta variantes sumariamente abstractas que pueden ser apenas una astilla del cajón de un muerto. Dentro de la vertiente figurativa se distingue entre esqueletos de madera o hueso con factura cercana a la imaginería tradicional de la zona y otros contaminados por imágenes propias del heavy metal y películas de terror. Los abstractos apenas semejan figuras reconocibles, y comunican la presencia de un misterio acaso más íntimo e insondable.
Los altares populares generan una transmisión visual que no siempre es domada por el comercio seriado destinado a satisfacer los íconos más obvios. E instalan valores e historias marginadas que producen un tramado distintivo del que se nutren las artes visuales, como lo hiciera Antonio Berni ( 1905 - 1981) con su precursora instalación dedicada a la Difunta Correa en 1971, y hoy lo hacen numerosos artistas contemporáneos argentinos.

Juan Batalla

viernes, 1 de mayo de 2009

La muestra en el Blanes

El 28 de abril del 09 abrió Dueños de la encrucijada, de la que soy curador, en el Museo Blanes de Montevideo.
En esta sala fue "Zigany", instalación de Ángela López Ruiz de pétalos de flores y azúcar en honor a Pomba Gira, el bastón marino de Gustavo Tabares y el genial Exú Cobra de yeso. La idea fue iluminar lo más puntualmente posible y cambiar el clima respecto al resto de la muestra.
En el nicho al final del pasillo de acceso proyectamos los videos de Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta y Anabel Vanoni.
Dueños se expandió por la sala principal de exposiciones temporarias, el acceso y la sala Dumas Oroño. En el pasillo, obras de Nico Sara y Diego Perrotta.
Intercambios. Melina, Margaret, Roberto, Gabriel Peluffo, Batalla mismo.
Lacy Duarte, gran artista y amiga querida.
Margaret Whyte y su obra, amor a primera vista desde que la conocí hace ya un par de años. Vimos ahora la tremenda muestra que hizo en el MNAV, genial.
Manuel Rodríguez y Ángela López Ruiz, artista que encontró un serio escollo en Dueños: un curador incomprensivo.
Zona de confluencia entre la instalación de Melina Scumburdis y la obra de Gustavo Tabares, dos hitazos de la muestra.
"Exú La Murciélaga" y mi farragoso texto. Para quien quiera leer un rato, mi texto y el de Peluffo que fueron al catálogo y alguna foto extra están en www.coleccionartebrujo.blogspot.com.
Dany Barreto y su instalación. El pochoclo con axé, preparado en el templo del Pai Milton. Tuvimos el gusto de que venga mucha gente de allí a la muestra, también Mae Susana Andrade y mucha otra gente del arte y la religión de la que no quedaron buenos registros fotográficos.
Guillrmo Hart y el tríptico. Ayer pasó un colegio por el museo y los chicos lo fotografiaron para usar de fondo de pantalla.
Foto de Anabel Vanoni y la célebre jaula de León Ferrari con santos custodiados por exús.
Con Maxi Jacoby, curador del Rojas, y Clara Encabo.
Fierros de Exú y Pomba Gira. Me encantan, quiero tener una colección. Arte oculto y genial.
Ángela armando el círculo de pétalos, un olor exquisito.
Laboriosos. Montaje lento, un lujo cuando posible, da lugar a mirar más, ajustar, hacer el tuneado fino de la muestra.